lunes, 20 de septiembre de 2010

"Banderas rotas" a media asta por "El Abuelo"

Era una noche de sábado triste, no tenía ganas ni de salir de fiesta, quizá porque por mi interior recorría un mal presentimiento por lo que decidí tranquilamente quedarme en casa viendo una película como a mí me gusta, con denominación de orígen de Aragón, "Muerte de un campesino español", a mitad de película me llega la noticia de que José Antonio Labordeta ha muerto y tras el instante de bajón por la noticia, unos segundos después veo aparecer en la película al "abuelo" en su papel de pregonero de aquella obra de Sender, es entonces cuando me llegan todos los recuerdos de uno de los pocos personajes públicos que merecen de verdad mi admiración no sólo por todo lo que ha significado para Aragón, sino por lo que ha significado para mí como persona.
Es cierto que nunca llegué a conocerlo en persona, tener trato directo con él, compartir aunque tan sólo sea un café pero ya desde muy pequeño escuchaba en casa sus composiciones musicales a las que apenas prestaba atención dado que era aún muy joven para aprender a valorarlas y comprender el significado de su contenido.
Fue un poco más adelante en mi juventud cuando empecé como muchos jóvenes a despertar mi inquietud por todo lo referente a la sociedad que me rodea, a los problemas de mi tierra, cuando empecé a despertar cierta inquietud política cuando empecé a acercarme más a éste personaje público que por aquel entonces ya era toda una institución en Aragón y todo un referente en varios ámbitos, musical intelectual y político.
Desempolvé entonces aquellas cintas que escuchaba de pequeño de él y otros grupos afines como la Bullonera y encontré canciones llenas de sentimiento, unas hablaban de amor, otras de Aragón, otras de tiempos pasados, la nostalgia... También leí alguno de sus libros y publicaciones en prensa así como vi alguno de sus documentales y siempre reflejaba en los mismos sencillez, humanidad y deseo por sacar a la luz lo oculto, lo que no interesa, de luchar por las causas perdidas de abanderar siempre las "banderas rotas".
Me di cuenta que parte de la historia reciente de Aragón se había escrito a cuestas, quizá la llevaba guardada en su inseparable mochila...la dureza de la postguerra, la lucha por la democracia en España, la lucha por la autonomía de Aragón y por dar protagonismo a una tierra que hasta entonces era el culo de España y de nuevo, su lucha contra los franquistas, ésta vez convertidos en "demócratas liberales" del Partido Popular. Siempre sin adherirse a ninguna etiqueta (aunque el sistema democrático le obligara a llevar una puesta para participar en política) pues siempre fué el representante de esa "izquierda depresiva" que no tenía ninguna representación aunque si muchas ganas por cambiar muchas cosas que no iban bien.
Siempre en sus textos y canciones reflejaba todo aquello que presenciaba o que sentía y muchos de esos sentimientos se identificaban con los míos y de tantos otros así como muchos de los paisajes de los que hablaba eran también mis paisajes, hablaba de aquellas pequeñas cosas que siempre pasan desapercibidas y que sin embargo llenan de esencia y valor a la vida.
Fue un maestro para todos, incluso para aquellos que como yo no llegaron a asistir a sus clases y así con él aprendí a conocer, valorar y querer si cabe un poco más la tierra en la que vivo Aragón, su historia, las constumbres de sus gentes, sus paisajes, sus pueblos, el paso devastador del tiempo que dejó al borde de la ruina una tierra antesmás gloriosa, la riqueza cultural y linguística de su pueblo y siempre poniendo ese toque de sentimiento contagioso que levantaba el alma y hacía llegar el mensaje que trataba de transmitir hasta lo más profundo del corazón. También resultaba de agrado su recuerdo y defensa a las tierras de Teruel que al igual que yo conoció como emigrante zaragozano durante un tiempo y en la que empezó a forjarse la leyenda que recorrería todo Aragón y llegó a extenderse a España.
En definitiva, un ser que ha llegado a ganar mi admiración al igual que lo ha hecho con buena parte de los aragoneses y no aragoneses por la sencillez que siempre ha mostrado pese a ser un aclamado personaje público, por la humildad que demostraba una persona que tranquilamente te la podías encontrar en un bar de un barrio obrero o paseando desapercibidamente por las calles de la Madalena, por la profundidad de su mensaje siempre lleno de sentimiento y transparencia, nunca de rencor ni contaminado por ningún ápice demagógico, la variedad de sus letras que hablaban desde algo tan común como el amor hasta algo tan desconocido como los pueblos del Maestrazgo, por el amor que demostraba hacia su tierra Aragón que también es la mía y la de todos los que en éste castigado pueblo habitamos, por su interés por el arte de las letras, de la escritura, un arte al que siempre he admirado y tratado como buenamente he podido de hacer uso y mejorar, por su orientación por su verdadera vocación (pudiendo ser hombre de leyes fué maestro), por su gusto por la historia y por su manera de decir las cosas claras. Fué un hombre que brilló en todo, incluso en aquello en lo que quiso evitar como es la política, es por ello que también fué uno de los mejores políticos que ha tenido Aragón, precisamente por eso, porque no fué político al igual que le pasó al viejo Costa, el que "no legisló".
Es tan grande y rico el trabajo que ha dejado en ésta tierra que su pueblo siempre estará agradecido con su obra y siempre en deuda con él aunque la mejor forma que nos queda para saldarla sea el intentar seguir su ejemplo y captar el mensaje que nos dejó por si puede sernos en algún momento de utilidad. Siempre he sido excéptico con los personajes públicos pues no es oro todo lo que reluce aunque en éste caso, si que puedo decir que es un personaje público digno de admiración precisamente por ello, porque nunca deseó serlo, lo fué sin querer, por algo dijo aquello de "recuérdame como un hombre sin más".
Y así pues doy fin a éste particular homenaje que hago a éste genial escritor, con el arte que tan magistralmente dominó, con la escritura aunque sea torpemente, tanto que no se si ha sido muy coherente todo lo que he escrito y más con el colapso de sentimientos y recuerdos que han pasado por mi mente mientras tecleaba en mi ordenador. Seguiré leyendo sus obras para aprender de él, de su forma de escribir y de saber transmitir al lector sus sentimientos, vivencias y un mensaje con contenido.
Éste será como he dicho mi pequeño homenaje, haciendo uso en su honor de su arte de la escritura, si supiera cantar o tocar lo habría hecho con una de sus canciones o tal vez habría asistido a su velatorio junto a la agradecida multitud zaragozana aunque decidí no hacerlo, tal vez por evitar la tristeza que ello me habría generado o tal vez porque preferí quedarme con el leve recuerdo (dado que como he dicho, nunca lo conocí en persona) de ese personaje anónimo como tantos otros paseando tranquilamente por una calle del barrio de la Magdalena junto a sus inseparables gafas redondas y su gorra porque esa era su voluntad, recordarle "Como un pájaro herido, como un lobo cansino, como un hombre sin más".
Gracias y hasta siempre camarada Labordeta.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Al sur del Moncayo

Son las siete de la mañana y todavía es de noche en la pequeña localidad de Bijuesca, se acerca el otoño y con él la oscuridad y la tristeza que genera no sólo el hecho de dejar de ver el sol durante tantas horas sino el encontrar las calles vacías cuando tan sólo unos días atrás estaban llenas de luz, de niños jugando por sus calles, de juventud disfrutando de días de fiesta, de gentes de todos los lugares de España que vienen a reencontarse como todos los años con sus raíces y las gentes y paisajes que un día tuvieron que dejar, ahora tan sólo queda la "vieja guardia", los hombres y mujeres que al igual que el castillo que corona ésta localidad, resiste al paso del tiempo guardando el pueblo que les vió nacer, resistiendo a dejarlo en el olvido durante el largo letargo del invierno.
Recorro el Manubles río arriba y a mitad de camino nos encontramos cerca de Berdejo con la fauna silvestre de la zona, liebres, zorros e incluso corzos que cruzan asustados la carretera, tal vez el susto no sea por el hecho de sentirse amenazados por el humano que aparece, sino por el hecho de encontrarse con un humano en éstos parajes, algo tristemente menos común por éstos parajes de modo que ambos, el corzo y yo quedamos sorprendidos, yo de encontrar a una especie al borde de la extinción por aquellos que no supieron respetar los ritmos de la naturaleza y el corzo por encontrar a un humano en una tierra que a los humanos dejó de interesar, al parecer, en los tiempos que corren, la selección natural ya no la hace el medio sino la devastadora acción del hombre que a todos, animales y humanos acaba pasando factura.
Llegamos al principio del valle cruzando la localidad de Torrelapaja y la cruzamos cual fantasma sin encontrar ni rastro de vida por las calles, escuchando el silencio más absoluto, sólo la luz de las farolas ilumina las calles, no salen luces de las casas, sólo encontramos al final del lugar el autobús de línea haciendo tiempo una vez más para empezar una ruta y como en tantos y tantos días del crudo invierno, nadie subirá en la estación de Torrelapaja ni tampoco quizás en otras de éste solitario valle del Manubles que el también solitario conductor recorre todas las semanas.
Entramos en la carretera nacional, única carretera digna en éste desierto plagado de carreteras de cabras, puente de unión de Calatayud y Soria, las dos capitales que junto a Teruel forman el gran agujero negro ibérico en el mapa de España, ese Sistema Ibérico que da nombre a nuestra Península y que tiene en su interior pueblos sin nombre, que nadie recuerda. Ese puente de unión entre los dos legendarios reinos Castilla y Aragón que fundaron una España que parece haber olvidado a sus padres fundadores y ahora sólo se acuerda de Cataluña, País Vasco y Madrid dejando a las dos Castillas y Aragón, a ese castigado interior a la deriva.
Llegados al solitario parador de carretera llamado La Venta donde los camioneros tras una larga ruta de trabajo paran a descansar, nos adentramos en la carretera de Malanquilla, uno de los pocos aciertos en materia de inversión local que se han hecho en éstas tierras lo que nos hace pensar que ya no son los caciques de siempre los que gobiernan nuestros pueblos, éstos siguen existiendo y gestionando inutilmente el dinero que les dan pero aún los hay los que cuidan de sus pueblos e invierten los pocos recursos que les llegan de Madrid para mejorar realmente el nivel de vida de sus habitantes y crear espectativas de futuro en una tierra en donde pocas espectativas quedan ya.
Dejamos atrás ésta solitaria villa malanquillana, solitaria como el molino de viento que encontramos en sus puertas, el cual nos hace sentir tan sólo por un momento como Don Quijote pero en ésta ocasión el hidalgo no desearía luchar contra el solitario gigante del molino, sino contra aquellos burócratas de la capital que lo han condenado a esa soledad, otra causa perdida para el ingenioso hidalgo una vez más luchando contra los cambios del tiempo cada vez más acelerados que dejan a su paso la dignidad humana para encontrar un progreso que sólo será real para unos pocos.
Entramos en el Aranda, la cara oculta del Moncayo divisando un paisaje de ensueño con la Sierra de la Virgen a nuestra derecha y las faldas del Moncayo a nuestra izquierda y nos aproximamos a la localidad que lleva el nombre de ésta tierra, Aranda del Moncayo, todo un símbolo de los contrastes que el paso del tiempo llevan a comparar lo que es con lo que fué. Una villa nobiliaria de la que salieron los personajes más ilustres de Aragón que ahora poco a poco va callando, quedando en silencio. Se ve a la entrada del pueblo la escuela ya en amenaza de cierre dejando entristecidos a los viejos del lugar que bien saben que cuando una escuela cierra, se cierran las escasas esperanzas de futuro para un pueblo y que Aranda pueda ser llamada a filas de esa cada vez lista más larga de pueblos de su entorno condenados al silencio. La que fué villa inexpugnable situada en un entorno privilegiado que embestidas de tantos ejércitos logró resistir, parece que finalmente ha capitulado ante el embiste del progreso, quizá porque sea una perla sin descubrir, oculta tras las faldas de un Moncayo conocido por su otra ladera, quizá si un buen día descubrimos esa perla que se oculta al otro lado del Moncayo nos interesaremos más en visitar y aprender a querer otras tierras que no salen en las guías de turismo y cuyo descubrimiento nos dejará con buen sabor de boca a nosotros y también a las gentes que gustosamente nos recibirán en ésta tierra llena de dignidad.
Penetrando en el Aranda por su inmunda carretera llena de socavones, pasos estrechos, curvas y desniveles, ejemplo de una carretera que pese a ser la única carretera de un valle poblado por 8000 almas a ningún político de Zaragoza o de Madrid parece interesar, vemos a los agricultores llegando a sus campos mientras amanece en éste bello valle, empezando la faena para traer a nuestras mesas los más preciados productos de la huerta y de sus árboles frutales. Ricos campos que dan vida y color al paisaje. Dura labor a veces tan poco compensada y reconocida la que realizan las laboriosas gentes del campo para ofrecer productos de primera calidad como el preciado vino de Jarque de Moncayo, localidad a la que nos acercamos y en la cual sus gentes nos reciben con la cercanía y el cariño que sólo se encuentran en los mejores pueblos de Aragón haciéndonos olvidar el individualismo, indiferencia y frialdad de la ciudad. Un grupo de niños espera la llegada del autobús que lleva al institito de Illueca, localidad a la que nos dirigimos y en la que acabaremos nuestro viaje.
Finalizamos pues nuestro recorrido en la capital de éste valle del Aranda, la localidad de Illueca, un pueblo grande, de grandes gentes que en ésta tierra de Aragón cada vez menos en quedan. Pueblo en decadencia tras una época de apogeo industrial en la cual los laboriosos artesanos del calzado llenaban de riqueza y de actividad no sólo al valle sino a toda la provincia y que con el avance del capitalismo se ha ido quedando al margen para que prosperen otros mercados de otros lejanos países. Sin embargo aún podemos encotrar restos de esa época de explendor en la intensa actividad que sige llevando éste pueblo, quizá sea porque después de dejar atrás tanto pueblo al borde de la despoblación, nos sorprende y llena de alegría encontrarnos con ésta localidad en la cual aún predomina la juventud y que aún tiene muchos proyectos por hacer a los pies del Castillo de los Luna que llegó a ser morado nada más y nada menos por uno de los Papas de Roma.
Acaba así un viaje por las tierras del Manubles, el Ribota, el Aranda y el Isuela, tierras tranquilas y llenas de paz, una paz interrumpida y amenazada por una mina que la burguesía sin escrúpulos y los interesados politicuchos castellanos quieren realizar en la cercana villa de Borobia, ya en tierras castellanas para llenar de sucias magnesitas las aguas de éstos rios llenas de pureza y claridad y que riegan los ricos campos que nos hemos encontrado y dan de beber a los hermosos ganados de la zona. Esperemos que la fuerza que siempre han demostrado éstas gentes de éstos valles por defender lo suyo acabe convenciendo a los burócratas de turno de la necesidad de defender éste preciado tesoro y acabar con el ruin proyecto de la mina de Borobia ganando una partida entre tantas partidas perdidas a la burguesía sin escrúpulos de la capital que en busca de su propio beneficio quiere condenar a la miseria a las gentes del mundo rural.