Vuelven a arder contenedores por las calles, pero en España, a diferencia de otros países no es para estamparlos contra edificios gubernamentales o para hacer barricadas, aquí símplemente se hace por el gamberrismo de los rebeldes sin causa. Ahí queda mientras tanto chamuscándose y quedando en las cenizas ese contenedor que da servicio a los ciudadanos, ese contenedor que es de todos y pagado por todos que nos deja unas calles limpias y saludables, ahí queda consumiéndose, al igual que todo lo público en éste país.
No son síntomas del descontento con aires de revuelta, son síntomas de una sociedad en la que la educación de nuestros niños y jóvenes tiene poco o ningún valor, una educación residual, a la antigua, impartida todavía por monjas y curas que predican los valores del cristianismo y se olvidan o evitan enseñar los valores ciudadanos y de convivencia. Síntomas de unos poderes públicos que financian grandes espacios comerciales incentivando el consumismo individualista mientras que recortan escuelas en donde nuestros jóvenes puedan aprender valores más importantes que ese consumismo como es el sentimiento de comunidad, el valor de lo público y los logros que la lucha del pueblo ha conseguido con sufrimiento durante siglos, logros que ahora pretenden destruir. Una educación en definitiva orientada a crear máquinas de producción y no hombres libres, ciudadanos conocedores de su entorno, con capacidad de transformarlo y capaces de pensar por ellos mismos. Como resultado de todo ello un gran absentismo y fracaso escolar, un abandono masivo de la educación tras la edad de escolarización y una razón en sueño eterno que como dice el pintor produce esos monstruos que destruyen lo que es de todos.
Quizá haga falta algo más de valor por lo público, por lo de todos, algo más de patriotismo como detrás de los Pirineos, en esa Francia Republicana y chovinista en la cual pagar impuestos es un honor, un acto de patriotismo, nada más lejos de lo que se pueda pensar en la España Monárquica de la evasión fiscal, paraíso de mafias y especuladores, territorio sin ley que libra de culpas a chanchulleros como Camps y sienta en el banquillo a quien como Garzón pretende juzgarlos. No es de extrañar que en éste país desde el más rico al más pobre todos carezcan de ese patriotismo, de respeto por lo público y lo de todos cuando vemos cómo se derrochan nuestros impuestos en aeropuertos innecesarios, cómo el dinero público acaba siendo objeto de corrupción por políticos de toda índole, desde alcaldesas de pueblos pequeños como La Muela hasta la misma Casa Real con el yernísimo del Rey.
Así pues, se crea un círculo vicioso en el que el mal ejemplo de los que controlan la gestión de lo que es de todos, crea desconfianza en el pueblo, que en consecuencia tiende a imitar a sus gobernantes y si bien no tendrán cuentas en Suiza ni evadirán grandes cantidades de impuestos, si que tratarán de esconder en sus declaraciones todo lo que sea posible, contratarán trabajadores sin contrato y éstos trabajadores a su vez solicitarán subsidios declarando no tener ningún ingreso. En definitiva un círculo vicioso que acaba afectando a todos, desde el más rico hasta el más pobre creando una auténtica cultura del individualismo y del rechazo a lo público, la cultura de "la picaresca", ese "typical spanish" que siempre nos ha caracterizado.
Consecuencia de todo ello se crea una visión de que los funcionarios son entes tan corruptos como los políticos que les pagan las nóminas e igual de vagos y maleantes que éstos, que las ludotecas y centros de tiempo libre son espacios inservibles y en consecuencia otro derroche de impuestos habiendo centros comerciales en donde usar el ocio de los jóvenes, que los guardias son unos metemultas y no unos veladores del orden y de la seguridad, que se derrocha dinero público en proporcionar servicios e infraestructuras para los pueblos pequeños siendo que allí viven cuatro gatos y por tanto, resulta inutil invertir un euro en esos sitios y que los museos y bibliotecas deberían desaparecer al ser servicios infrautilizados y sin ningún valor ya que son sitios aburridos y que tienen cosas que nadie sabe para qué sirven o traducir su contenido.
Si a todo ésto le añadimos las etiquetas populares de que los gitanos abarrotan los Centros de Salud obligando a la gente de bien a acudir a los seguros privados (Cuando la mayor parte de los usuarios de Centros de Salud son españolitos y un ejemplo es nuestra tercera edad, principal beneficiaria) que en las escuelas nuestros españolitos no aprenden nada ya que comparten clase con inmigrantes que van muy retrasados (Por supuesto gente que valora más importante el que sus niños aprendan inglés a que aprendan a convivir y respetar al que es diferente), que los servicios sociales sólo dan ayudas a inmigrantes (Que me digan a mi en qué ley se regula una prestación económica en la que el requisito sea no ser español) y que los sindicatos (por supuesto nunca las asociaciones empresariales que nunca tienen culpa de nada) son otros entes corruptos y responsables únicos de nuestra precariedad laboral tienes los ingredientes perfectos para cargarte de golpe y plumazo todos los sistemas de bienestar (educación, trabajo, sanidad, servicios sociales y seguridad social) y que la gente te de las gracias por haber acabado con la lacra de lo público, lo que es de todos y lo que da servicio a todos.
Se creará en definitiva el clima perfecto para que el populacho de vivas y aplauda cuando el gobierno se ensañe con los empleados públicos mientas que se mostrarán indiferentes ante el hecho de que no se ensañen contra los verdaderos causantes de los males de la sociedad, los banqueros, los grandes empresarios y los especuladores o quienes juegan con el capital.
Mucho tienen que cambiar las cosas en éste país para que un día haya verdadero respeto por lo público y para hacer surgir ese patriotismo hacia todo aquello que porta los emblemas nacionales, hacia aquello que da servicio a todos y fomenta el bien común, la cultura de la picaresca funciona y la educación es residual y poco valorada. Mientras no se eduque a las gentes y en especial a nuestros jóvenes con calidad y garantías, mientras todos no empezemos a contribuir a cambiar nosotros mismos para cambiar esa cultura, no podremos ver nuestros contenedores sin arder porque los mismos "gamberros" lo sienten como algo suyo y sienten que quemarlos sería como quemar la nevera de su casa y que si se sienten con ira y con ganas de soltarla contra alguien será en todo caso contra la casa de un banquero o de un político corrupto porque se habrá educado en defender lo que es de todos y en todo caso, atacar a quien quiera destruir lo público.
No son síntomas del descontento con aires de revuelta, son síntomas de una sociedad en la que la educación de nuestros niños y jóvenes tiene poco o ningún valor, una educación residual, a la antigua, impartida todavía por monjas y curas que predican los valores del cristianismo y se olvidan o evitan enseñar los valores ciudadanos y de convivencia. Síntomas de unos poderes públicos que financian grandes espacios comerciales incentivando el consumismo individualista mientras que recortan escuelas en donde nuestros jóvenes puedan aprender valores más importantes que ese consumismo como es el sentimiento de comunidad, el valor de lo público y los logros que la lucha del pueblo ha conseguido con sufrimiento durante siglos, logros que ahora pretenden destruir. Una educación en definitiva orientada a crear máquinas de producción y no hombres libres, ciudadanos conocedores de su entorno, con capacidad de transformarlo y capaces de pensar por ellos mismos. Como resultado de todo ello un gran absentismo y fracaso escolar, un abandono masivo de la educación tras la edad de escolarización y una razón en sueño eterno que como dice el pintor produce esos monstruos que destruyen lo que es de todos.
Quizá haga falta algo más de valor por lo público, por lo de todos, algo más de patriotismo como detrás de los Pirineos, en esa Francia Republicana y chovinista en la cual pagar impuestos es un honor, un acto de patriotismo, nada más lejos de lo que se pueda pensar en la España Monárquica de la evasión fiscal, paraíso de mafias y especuladores, territorio sin ley que libra de culpas a chanchulleros como Camps y sienta en el banquillo a quien como Garzón pretende juzgarlos. No es de extrañar que en éste país desde el más rico al más pobre todos carezcan de ese patriotismo, de respeto por lo público y lo de todos cuando vemos cómo se derrochan nuestros impuestos en aeropuertos innecesarios, cómo el dinero público acaba siendo objeto de corrupción por políticos de toda índole, desde alcaldesas de pueblos pequeños como La Muela hasta la misma Casa Real con el yernísimo del Rey.
Así pues, se crea un círculo vicioso en el que el mal ejemplo de los que controlan la gestión de lo que es de todos, crea desconfianza en el pueblo, que en consecuencia tiende a imitar a sus gobernantes y si bien no tendrán cuentas en Suiza ni evadirán grandes cantidades de impuestos, si que tratarán de esconder en sus declaraciones todo lo que sea posible, contratarán trabajadores sin contrato y éstos trabajadores a su vez solicitarán subsidios declarando no tener ningún ingreso. En definitiva un círculo vicioso que acaba afectando a todos, desde el más rico hasta el más pobre creando una auténtica cultura del individualismo y del rechazo a lo público, la cultura de "la picaresca", ese "typical spanish" que siempre nos ha caracterizado.
Consecuencia de todo ello se crea una visión de que los funcionarios son entes tan corruptos como los políticos que les pagan las nóminas e igual de vagos y maleantes que éstos, que las ludotecas y centros de tiempo libre son espacios inservibles y en consecuencia otro derroche de impuestos habiendo centros comerciales en donde usar el ocio de los jóvenes, que los guardias son unos metemultas y no unos veladores del orden y de la seguridad, que se derrocha dinero público en proporcionar servicios e infraestructuras para los pueblos pequeños siendo que allí viven cuatro gatos y por tanto, resulta inutil invertir un euro en esos sitios y que los museos y bibliotecas deberían desaparecer al ser servicios infrautilizados y sin ningún valor ya que son sitios aburridos y que tienen cosas que nadie sabe para qué sirven o traducir su contenido.
Si a todo ésto le añadimos las etiquetas populares de que los gitanos abarrotan los Centros de Salud obligando a la gente de bien a acudir a los seguros privados (Cuando la mayor parte de los usuarios de Centros de Salud son españolitos y un ejemplo es nuestra tercera edad, principal beneficiaria) que en las escuelas nuestros españolitos no aprenden nada ya que comparten clase con inmigrantes que van muy retrasados (Por supuesto gente que valora más importante el que sus niños aprendan inglés a que aprendan a convivir y respetar al que es diferente), que los servicios sociales sólo dan ayudas a inmigrantes (Que me digan a mi en qué ley se regula una prestación económica en la que el requisito sea no ser español) y que los sindicatos (por supuesto nunca las asociaciones empresariales que nunca tienen culpa de nada) son otros entes corruptos y responsables únicos de nuestra precariedad laboral tienes los ingredientes perfectos para cargarte de golpe y plumazo todos los sistemas de bienestar (educación, trabajo, sanidad, servicios sociales y seguridad social) y que la gente te de las gracias por haber acabado con la lacra de lo público, lo que es de todos y lo que da servicio a todos.
Se creará en definitiva el clima perfecto para que el populacho de vivas y aplauda cuando el gobierno se ensañe con los empleados públicos mientas que se mostrarán indiferentes ante el hecho de que no se ensañen contra los verdaderos causantes de los males de la sociedad, los banqueros, los grandes empresarios y los especuladores o quienes juegan con el capital.
Mucho tienen que cambiar las cosas en éste país para que un día haya verdadero respeto por lo público y para hacer surgir ese patriotismo hacia todo aquello que porta los emblemas nacionales, hacia aquello que da servicio a todos y fomenta el bien común, la cultura de la picaresca funciona y la educación es residual y poco valorada. Mientras no se eduque a las gentes y en especial a nuestros jóvenes con calidad y garantías, mientras todos no empezemos a contribuir a cambiar nosotros mismos para cambiar esa cultura, no podremos ver nuestros contenedores sin arder porque los mismos "gamberros" lo sienten como algo suyo y sienten que quemarlos sería como quemar la nevera de su casa y que si se sienten con ira y con ganas de soltarla contra alguien será en todo caso contra la casa de un banquero o de un político corrupto porque se habrá educado en defender lo que es de todos y en todo caso, atacar a quien quiera destruir lo público.
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